Gana el PRI, pierde México
La endeble democracia mexicana una vez más se puso a
prueba en catorce entidades con resultados que sólo hablan de una regresión
democrática.
Estas elecciones sólo confirman que no es voluntad de
los Partidos Políticos convencer al ciudadano para sufragar a su favor, estas
elecciones solo hacen ver una degeneración cada vez más profunda de nuestro
sistema electoral ya que la competencia entre partidos es por demostrar en las
urnas quien tiene más dinero para comprar el voto, movilizar mas ciudadanos,
regalar mas electrodomésticos o material de construcción, quien tiene los
abogados más costosos, quien trae al grupo musical más popular, quien acarrea
mas ciudadanos a sus eventos masivos, así como demostrar quién tiene más
capacidad para cooptar al árbitro electoral y cometer más delitos para hacer ganar a su
candidato .
La partidocracia y sus delincuentes electorales no
trabajan para convencer al elector con buenos candidatos, con estructuradas
plataformas políticas o programas de trabajo, no tratan de acercarse al votante
tratando de convencerlos que su candidato es el mejor por sus conocimientos y
experiencia, se trata de convencer con frivolidades, vender al que tenga la
sonrisa más carismática o al que se le haga ver más atractivo para el sexo
opuesto.
El regreso de vicios electorales es evidente, la violencia, la amenaza, la
quema de urnas, el carrusel, el acarreo, la compra de votos, el acumular
credenciales de elector, el sobre gasto excesivo fueron la constante; la mano
del gobierno detrás de sus candidatos fue determinante para poder dar continuidad
al saqueo sistemático de los recursos públicos.
El voto a decir de la Constitución debe ser “Libre y Secreto”,
así que si partimos de este precepto cualquier inferencia en su contra debería
ser un delito electoral.
El que recibe material de construcción ya no es
totalmente libre, al que se le acerca o acarrea a la urna ya no es libre, al
que se le da un desayuno antes de votar en una “casa amiga” ya no votara en
libertad, menos al que se le obliga a llenar un formato de 5 o 10 votantes
promovidos que son su total responsabilidad, tampoco lo es quien trabaja para
el gobierno y lo obligan a pegar una calcomanía en su auto o a ir a los mítines bajo la amenaza de despedirlo si no lo hace.
No es libre y mucho menos secreto si le dan la boleta electoral
ya marcada, no es secreto si a cambio de una foto de celular con la boleta marcada
se le entrega un beneficio o se le excluye de algún programa de Sedesol.
La realidad es que tenemos una democracia fingida, a
modo de quien gobierna, en donde lo que está
en juego es el presupuesto a ejercer, el poder que te da el dinero y la
influencia que se gana para realizar negocios con empresarios afines.
México requiere un profundo cambio democrático que no
se empujara desde los Partidos Políticos, solo empoderando al ciudadano y este verdaderamente involucrándonos es que podremos
cambiar.
En Victoria el interés de un grupo priista dolido que apoyó
y financió a Gustavo le dio sabor a la
elección, enviando a un PAN soberbio y altivo al tercer lugar y arrebatándole
39 mil votos al PRI, olvidando aquellas elecciones arrolladoras de 80 mil votos
del PRI, ganado con tan solo 48 mil, cantidad que no obtenía el “partidazo”
desde hace 15 años.
Con el arribo de Alejandro a la presidencia, al margen
de partidos, los victorenses ganamos, sin embargo tendrá que convencer a los
174 mil que no votaron por él, que no se sienten a gusto con el estado que
guarda nuestra ciudad capital, que no están a favor de gobiernos ineficientes y
corruptos, que no quieren ver más como unos cuantos se empoderan y se
enriquecen.
Tamaulipas atraviesa una profunda crisis económica,
pero es aun más importante la falta de credibilidad.
No creemos en las instituciones que nos gobiernan, no
creemos en lo que los políticos nos prometen, no creemos en los medios de comunicación,
no creemos en los empresarios, no creemos que verdaderamente se trabaje para
recuperar la seguridad, no creemos en la iglesia, no creemos en los partidos
políticos y solo gracias a los millones de pesos que invirtieron, a las amenazas y al miedo
colectivo es que el PRI pudo hacer ganar
a la mayoría de sus candidatos en el
país.
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