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U M O R P O L I T I C O
Tomado del libro Ensayo Electoral de Enrique López
Sanavia)
La creatividad humana no
tiene límites. Así como forma un valor,
también es hacedor de un contravalor. La
verdad, como instrumento axiológico, es única y universal. “La verdad es la verdad, dígala Agamenón o
su portero”. Hay verdades que duelen o
que satisfacen, individual o colectivamente.
Verdades que calan muy profundo y que pueden llegar incluso, a producir
un clima de nerviosismo, de incomodidad, de tensión e inestabilidad o hasta de miedo social.
Se necesita tiempo para obtener un prestigio sólido,
una reputación fortalecida, una confianza consigo mismo y para con los demás, o
el reconocimiento público inherente a la actividad personal y profesional del
hombre. Se requiere de unos efímeros
segundos, para voltear una opinión favorable y hacerla contradictoria; para
lacerar un valor y coadyuvar en su modificación total. Por la sensibilidad social, se llega a mantener una
creencia de sospecha e incertidumbre sobre algo o sobre alguien.
El valor y el prestigio
afloran en la política, positiva o
negativa. Aquí se vale de todo, porque
no hay reglas ni topes, hasta que
llegue el imperio de la ley. Lo
utópico queda en los libros y en los
buenos designios. La política de antaño,
la de hoy y la del futuro, tendrá un mismo molde. Dada la naturaleza humana y la variedad de
intelectos, difícilmente se
materializará el corte y la estatura de un político prototipo, que esté ajeno a
las enseñanzas y lecciones perennes de Nicolás Maquiavelo o de José Fouché, el genio tenebroso. Aunque “cada
cabeza es un mundo”, el político debe ser un experto de la verdad y de
la promesa. Esta última, o es una
tentación cierta que podría llegar a cumplirse o es una falacia, una oferta
irrealizable. La mentira se haya estacionada tras bambalinas. Coexisten el
rumor y la mentira. Se pueden
asociar de manera simple o especulativa, compleja o sofisticada
y provocar desorden, confusión y duda.
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El rumor es estratagema. Se usa en todas partes. Se aplica con técnicas y tácticas muy
diversas. El hacer crítica, como guerra
subterránea o como noticia psicológica, en claro perjuicio y prejuicio de
alguien, constituye la sustancia del rumor.
Hay comentarios mal
intencionados, tergiversados, dolosos que sondesahogo enfermizo del
impotente que no lucha cara al sol.
El ánimo de esperar la coyuntura y la oportunidad sucia, para generar y
propagar ideas fratricidas, argumentos
irresponsables que rompen la unidad social, se denomina: crueldad
politica. El rumor es eso, crueldad cuando atormenta; es venganza, cuando crea una falsa alarma que
busca el mal, aunque no haya beneficio propio; es cobardia, cuando se
desprecian los valores y sentimientos
humanos; es traición, porque no sólo se repite el comentario mordaz que desprestigia, sino que el mismo amplifica un
acontecimiento incierto.
El rumor tergiversado, es
algo así como una desinformación sin rienda, una censura sin fronteras, un
noticia desleal que abusa de la buena fé, de la ignorancia o de la
confianza depositada. Cuando el rumor es impactante, crea zozobra, desconcierto y
hasta psicosis social.
Los rumores actuales
son infundados. No hay tal renuncia presidencial; no hay ingobernabilidad; ni
acecha el golpe de estado. Esa información es condenable, porque daña el orden
público; es peligrosa porque repercute socialmente al difundirse de manera
indiscriminada. Desafortunadamente, el rumor
debilita o pretende debilitar las instituciones, que en estos tiempos difíciles exigen de un
actuar honesto y serio. No podemos ser cómplices del rumor.
No debemos participar en su mecánica,
para no vivir en el error, ni dar paso al terrorismo intelectual.
En nuestro país se dan
rumores políticos, que van desde la
picardía mexicana hasta aquellos que alcanzan dimensiones dantescas. En cualquier grado o medida que se den estos
comentarios insanos, se daña a México,
sobremanera cuando adquieren el carácter de
locura criminal en contra de la
sociedad y de las autoridades legítimamente constituidas. El Estado, como
rector del desarrollo nacional, debe parar a tiempo las corrientes engañosas
que desatan los rumores, aplicando el contra-rumor inteligente, la
contraofensiva, que es defensa del interés público; pero un contra-rumor,
basado en la verdad universal, que de
inmediato el pueblo debe conocer.
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