lunes, 17 de octubre de 2016

Desde Nuevo Laredo: La Columna Política de Carlos Domínguez,

Desde Nuevo Laredo:
La Columna Política de Carlos Domínguez
 
DEBILIDAD EN LA FUERZA PÚBLICA CONDUCE A LA VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS EN NUEVO LAREDO
 
HECHO PEDAZOS EL ESTADO DE DERECHO EN MÉXICO, EL EJÉRCITO REBASA SUS FUNCIONES Y OBRA EN CONTRA DE LA LEGALIDAD
 
La debilidad de las instituciones gubernamentales en México se refleja en los estados con mayor inseguridad y violencia, en donde la milicia ha tomado el lugar de la policía civil, evidenciando una constante ilegalidad cuando arremete contra delincuentes muy al margen del respeto a los derechos humanos.
 
De hecho, las leyes que regulan el comportamiento ciudadano e imponen las penas corporales a quienes las violan, no pasan de ser letra muerta en papeles que ni los magistrados respetan.
 
Tamaulipas en primer lugar por ser nuestra residencia estatal, así como Veracruz, Michoacán, Guerrero, el Estado de México, Chiapas, Oaxaca, Tabasco y Quintana Roo, ejemplifican la debilidad de las instituciones gubernamentales, por la pérdida casi total del estado de derecho.
 
Dichas entidades altamente militarizadas, carecen de personal suficiente para garantizar la seguridad pública. Y por la naturaleza propia de las circunstancias, el patrullaje urbano y rural es insuficiente, y por lo mismo la logística operativa es más que deficiente.
 
Obviamente, la delincuencia rebasa con mucho a la vigilancia preventiva que realizan los militares. A cambio, el personal del ejército actúa con toda su fuerza y a discreción dispara contra los delincuentes, dando muerte a chamacos armados que pudieron haber sido detenidos y puestos a disposición de las autoridades civiles competentes para su enjuiciamiento legal.
 
El estado de derecho dispone que toda persona que viole la ley, sin excepción, debe ser presentada ante las representaciones sociales llamadas agencias del ministerio público, ya sean del fuero común o federal.
 
Sin embargo sobran evidencias respecto al uso excesivo de la fuerza pública, semejantes a los videos que circularon en las redes sociales en relación a los hechos ocurridos en Nuevo Laredo el pasado día tres de octubre, a la altura del kilómetro 13 de la carretera nacional a Monterrey.   
 
No se trata de defender la actividad delictiva y a los delincuentes. Pero sí de prevenir los excesos de poder por parte del gobierno federal ya rebasado por la inseguridad.
 
Nadie en Nuevo Laredo y en las principales ciudades de Tamaulipas, así como en las capitales de los estados arriba mencionados, puede dudar que el gobierno federal en uso de las fuerzas armadas, ha sido superado por la delincuencia organizada y desorganizada, y hasta por las agrupaciones sociales que reclaman atención a través de actividades violentas.
 
Gobernadores como Egidio Torre Cantú en Tamaulipas y Javier Duarte de Ochoa en Veracruz, por sólo mencionar a dos inmediatos ex mandatarios de entidades vecinas y directamente relacionadas, resultaron los más excelsos colaboradores en la pérdida del estado de derecho en sus respectivos territorios estatales.
 
Lo más penoso de este drama en torno a la debilidad de las instituciones gubernamentales, es que la población no capta en toda su magnitud el daño que provocan los excesos cometidos por el personal militar.
 
El riesgo de enfrentar a civiles armados de cualquier banda delictiva, es inherente en todo hombre y mujer que viste el uniforme militar. Actuando en la zona urbana en sustitución de la policía municipal o estatal, la obligación del ejército es capturar vivos a quienes los enfrentan, salvo cuando esto es por completo imposible.
 
Disparar y dar muerte a personas que huyen tras haber sido derrotados en un enfrentamiento, es una violación a la legalidad, que se constituye como violación a los derechos humanos, derechos que ni los delincuentes pierden aunque sean sorprendidos en absoluta flagrancia.
 
En resumen se puede advertir el peligro de continuar usando la fuerza bruta en contra de la delincuencia, sin contar con el personal y equipo suficiente, y sin logística moderna adecuada para las zonas urbanas.
 
Pero lo más importante es identificar y contrarrestar los móviles que orillan a miles de chamacos a sumarse a la delincuencia, a sabiendas de que serán usados como carne de cañón.
 
La mayor infamia que se experimenta en Nuevo Laredo, se observa en el desperdicio de tantos jóvenes valientes y valiosos pero sin esperanzas de vida digna, que caen abatidos por el ejército, en defensa de intereses muy lejanos a su provecho personal.
 
Por hoy es todo, pero mañana estaremos nuevamente en estos espacios editoriales de las redes sociales, Dios mediante.
 
CDR.
Periodismo Independiente.

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