domingo, 23 de octubre de 2016

Desde Nuevo Laredo: La Columna Política de Carlos Domínguez,


LAS ENSEÑANZAS DE JESÚS SOBRE LA ORACIÓN Y LA ADORACIÓN
 
 En cualquier religión, es muy fácil consentir que los valores se vuelvan desproporcionados y que los hechos ocupen el lugar de la verdad en la teología personal. El hecho de la cruz se volvió el centro mismo del cristianismo subsiguiente. Pero ésta no es la verdad central de la religión que se puede atribuir a la vida y las enseñanzas de Jesús de Nazaret.     
 
En el apogeo de su ministerio, Jesús dictó algunas conferencias nocturnas en el Monte Gerizim, a las que asistían sus discípulos y demás gente que le seguía. Entre muchas de las grandes verdades, el Hijo del Hombre destacó lo siguiente:
     
La verdadera religión es la actuación de un alma individual en sus relaciones conscientes con el Creador. La religión organizada es el intento del hombre por socializar la adoración de los practicantes individuales de la religión.
     
La adoración, es decir la contemplación de lo espiritual, debe alternar con el servicio, el contacto con la realidad material. El trabajo debería alternar con el esparcimiento; la religión debería ser equilibrada por el buen humor. La filosofía profunda debería ser aliviada por la poesía rítmica. El esfuerzo por vivir, o sea la tensión de la personalidad en el tiempo, debe ser mitigado con el reposo de la adoración. Las sensaciones de inseguridad que surgen del miedo al aislamiento de la personalidad en el universo, deberían ser contrarrestadas por la contemplación del Padre, a través de la fe,  y con el intento de comprender al Supremo.
     
La oración está destinada a hacer que el hombre piense menos y comprenda más; no está hecha para incrementar el -conocimiento, sino más bien para ampliar la perspicacia.
     
La adoración tiene la finalidad de anticipar una vida mejor en el futuro, y luego reflejar estas nuevas significaciones espirituales en la vida presente. La oración es un sostén espiritual, pero la adoración es divinamente creativa.
     
La adoración es la técnica de buscar en el Único la inspiración para servir a muchos. La adoración es la vara que mide el grado en que el alma se desprende  del universo material, y su vinculación simultánea y segura a las realidades espirituales de toda la creación.
     
La oración es recordarse a sí mismo, un pensamiento sublime; la adoración es olvidarse de sí mismo, súper-pensamiento. La adoración es una atención sin esfuerzo, el verdadero descanso ideal del alma, ejercicio espiritual que lleva al sosiego.
     
La adoración es el acto de un fragmento que se identifica con el Todo; lo finito con lo Infinito; el hijo con el Padre, el tiempo en la operación de ajustarse al ritmo de la eternidad. La adoración es el acto de la comunión personal del hijo con el Padre divino, la asunción de actitudes refrescantes, creadoras, fraternales y románticas por parte del alma-espíritu humano.
     
Aunque los apóstoles sólo comprendieron pocas de las enseñanzas de Jesús vertidas en el campamento del Monte Gerizim, otros mundos sí las comprendieron a plenitud, y otras generaciones en la Tierra las irán comprendiendo con el paso del tiempo.
 
Por hoy es todo, pero mañana estaremos nuevamente en estos espacios editoriales de las redes sociales, con el permiso de Dios.
 
CDR.
Periodismo Independiente.     

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