domingo, 12 de mayo de 2013

Pagina Electoral Por: Lic. Enrique López Sanavia,


L A      L    I    B    E   R   T   A   D

(Tomado del libro Ensayo Electoral de Enrique López Sanavia)

 

 

La esclavitud refleja el ostracismo de la libertad. Las cadenas, los grilletes, el látigo y la mutilación de miembros corporales, solo quedan como siniestros pasajes históricos. Esta esclavitud, es rémora del pasado. La crueldad dañina que provocó la desigualdad entre los hombres, se expandió en su tiempo y en su espacio. La era  civilizada y la ideología liberal, acabaron con la opresión censurable y las servidumbres aberrantes.

 

El pretérito, no fué mejor que este fin de milenio. Conforme aparecen las garantías y los derechos humanos, se conquistan y arraigan  las libertades, las igualdades y la justicia teleológica. Las libertades no surgen fortuitamente, se deben a la diaria lucha y a la fuerza política común. No hay libertad absoluta, sino relativa y diversificada,  ya que la ley le endilga limitaciones normativas. Incluso, las facultades monárquicas del absolutismo de Luis XIV, se colapsaron por la osadía de los enciclopedistas,  que prepararon el camino de la revolución libertaria. Se ganaron a pulso las libertades, porque el interés social erigió el respeto y el derecho de los demás frente al derecho individual condicionado.

 

La libertad y la seguridad no pueden vivir separadas. La voluntad de ser libres, se extingue por el inminente peligro y los riesgos sociales que acechan;   se reanima y cobra fuerza, una vez que se satisface la seguridad colectiva. La seguridad es una necesidad primaria y por añadidura la libertad es necesidad secundaria. De que sirve tener libertad, si hay  deficiente orden jurídico, si se coartan los derechos individuales, si no se castiga al infractor, si no hay freno y contrapeso para el gobernante que abusa del   poder, si se permite  el libertinaje  en todo, avanza multilateralmente el caos y la anarquía; si en suma, se fractura la paz y está latente la inseguridad.  La inseguridad cuando  es colectiva, crea sentimientos de incertidumbre y de desconfianza. Y si no hay protección social porque  el estado descuida este rubro,  disminuirá  la credibilidad y se menoscabará la grandeza del alma jurídica estatal.

 

                                                                                                                                                                

La libertad,  ineludiblemente está condicionada. Ni puede existir ausencia de obligaciones de los gobernados, ni pueden suspenderse las facultades del buen obrar, como tampoco puede el libre albedrío quedar supeditado a voluntades ajenas.

 

 

Constitucionalmente, la prohibición de la esclavitud, la prevé el artículo segundo. Está en vigor este precepto, aunque no se materialice ni haya esclavos que traspasen nuestras fronteras. El espíritu legislativo moderno, ha dejado subsistir esa reliquia de la independencia, porque pese al adelanto cognoscitivo y a la democracia que se transforma, surgen esclavitudes de índole económica,  cultural e informativa. 

 

La esclavitud económica, hace depender países y mercados. proviene de las competencias desleales y de monopolios internacionales que implantan normas extraterritoriales, que bloquean las finanzas e inciden en la irritante devaluación monetaria, en la inflación y deflación que afligen socialmente o en el déficit que aprieta a los presupuestos públicos. La guerra fría y psicológica, jamás pasarán de moda.

 

La esclavitud cultural, subordina estructuras y mentalidades sociales;   produce ignorancia que no se desea y la ineptitud  se finca en todos los círculos colectivos, por  la deficiente planeación escolar o por la cultura dirigida que patrocina una  gradual decadencia de valores. Existe un complot interesado en  confundir conciencias y erosionar la formación ilustrativa.

 

 
Hay esclavitud televisiva y de comunicación, porque el feudalismo mercantilista atrapa la atención y atrofia las mentes de todas las edades.  El entretenimiento difiere la iniciativa personal, controla paulatinamente los deseos de éxito y estanca el interés por inventar y producir. La sociedad,  saldrá del bache  en que está inmersa, solo con capacidad creadora, con unidad y voluntad que recobre sus raíces históricas y su fuente de identidad nacional.

 

 

 

 

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