EL FILÓSOFO DE GÜÉMEZ
YA NO SERÁN CABRITOS… ¡SINO CAONES!
Por
Ramón Durón Ruiz
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E
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l brillante
escritor y dramaturgo español Antonio Gala, afirma: “La dictadura se presenta
acorazada, porque ha de vencer. La
democracia se presenta desnuda porque ha de convencer.”
En nuestra
Patria la democracia ha vivido una prueba más… Y HA CONVENCIDO a los mexicanos
que el camino de la democracia se da en la civilidad y la concordia.
México
es un país de transición desde la Independencia, para lograr la
emancipación de España, en donde gracias a nuestros insurgentes logramos tener una patria con identidad
propia.
En la Reforma,
transitamos de un pernicioso centralismoa
la República y a un Estado laico.En la Revolución de 1910, transitamos de
la centralización del poder en Porfirio Díaz, a la síntesis de la voluntad
popular expresada en la Constitución, pasamos de los caudillos… a las
instituciones.
En
2000 transitamos de un viejo, como obsoleto presidencialismo, en
el que el presidente era: Jefe de Estado, Jefe de Gobierno, Jefe del Partido yJefe
de las Fuerzas Armadas, a una transición democrática en la que el eje de la
vida nacional–como en la Constitución de Apatzingán– parte del Poder Legislativo.
Nuestra
transición democrática en el año 2000 maravilló al mundo, porque no fue pactada
por los actores políticos, fue democráticamente votada, contando con un apoyo
ciudadanocasi plebiscitario.
Durante 12 años
hizo falta que los actores políticos nacionales dieran resultados quesatisfacieran
la vida nacional, con las grandes reformas que nos insertasen con éxito en la
globalidad.En 2012, con una percepción social de que los resultados no
estaban a la altura de nuestra democracia,llegó
de nuevo la transición.
En
2013 hay regiones en México en donde las instituciones caminan al filo de la
navaja,
por ello más que nunca se requiere respetar la rica participación ciudadana,
que pacíficamente se expresó en las urnas, que los violentos aprendan a ser
tolerantes.Tolerancia es madurez, es oficio político, es sabiduría, es el santo
y seña de nuestros tiempos, la “tolerancia en nuestra democracia es política y
éticamente obligatoria.”1
Las primeras
elecciones en este sexenio, han convencido y superado satisfactoriamente las
expectativas ciudadanas; en este proceso se eligieron, en 14 Estados: 441
diputados locales, 1,348 Ayuntamientos, un gobernador en el estado de Baja
California, y una elección extraordinaria de diputado local en Sonora.
Millones de mexicanos
fuimos a las urnas en una paz constructiva y creadora, porque somos una
sociedad enriquecida por los valores que proveen la familia y la historia, con
un régimen democrático que se ha construido a golpe de cincel y de martillo,
que nos lleva a solicitar a nuestros políticos que entiendan que el conflicto
no entusiasma al electorado y que las diferencias se diriman civilizadamente.
Para el viejo
Filósofo de Güémez, en las elecciones del pasado 7 de julio, a pesar de un
marcado abstencionismo, no hay vencedores ni vencidos, hay, SÍ, un gran ganador: México, que con sus valores democráticos
hizo que prevaleciera la civilidad frente al conflicto, porque a pesar de
viejos vicios con los que se buscan vulnerar nuestra democracia, de intentos
fallidos de violencia y de operación carrusel, que forman parte de la “genética
democrática” de nuestros partidos políticos, las elecciones se desarrollaron en
paz, la voz ciudadana se expresó en las urnas; sólo resta a los partidos
demostrar su madurez política y aprender a acatar los resultados.
El
viejo Filósofo quiere que con las autoridades que democráticamente hemos
elegido, no suceda lo que narra la anécdota del sabio y pícaro general
revolucionario Álvaro Obregón, que:“siendo presidente, él y su
esposa María, se hicieron amigos del embajador argentino y su esposa. Cuando
llegó la orden al embajador de regresar a Argentina, su señora ofreció una cena
para despedirse de la familia Obregón, con platillos a base de cabrito, como es
tradición en las Pampas.
Muy condescendida
la señora veía cómo el general Obregón degustaba el cabrito y solicitabale
sirvieran más, entonces ofreció al presidente:
—Cuando
lleguemos a Argentina, enviaré cabritos para que los prepare el cocinero de la embajada
y se los mande a su domicilio.
Obregón,con su
fina picardía, exclamó:
—¿Por qué
general? –Preguntó extrañada la esposa del embajador.
—Porque cuando
salgan de Argentina los animales van a ser unos cabritos, pero cuando lleguen a
México, ya no serán cabritos…¡sinocaones!”
1.
http://bibliotecadigital.conevyt.org.mx/colecciones/ciudadania/tolerancia_y_democracia.htm#11
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